La última caricia
Se perdió tu caricia entre tu mano y mi mejilla.
Cayó, rodó por el viejo maderamen,
se llenó de astillas,
no queríamos ser cáliz para el sacrificio.
Habría sido la última caricia para tu piel, de la mía.
No la recogí, dejé que rodara y se perdiera,
éramos, ya, ofrenda del destierro.
© Ana di Cesare. De "Fuegos que no se apagan"
Etiquetas: Poema
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