Ajedrez del amor
Todo pasa por saber si continúo queriéndote.
En los días mansos, me dejo llevar por la esperanza y que hemos retomado la continuidad de las horas buenas.
En los días mansos, me dejo llevar por la esperanza y que hemos retomado la continuidad de las horas buenas.
Cuando te gana el mal gesto, que es lo habitual, la distancia entre ambos, es un negro saco sin fondo. Yo no soy araña para trepar por paredes de arpillera.
El amor es un movimiento de ajedrez, y mientras se piensa como dar el jaque mate, vienen rostros y manos, a consolar la frialdad del pensamiento.
Etiquetas: Cuento breve
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