Bitácoras de juventud
Bajar la caja de las bitácoras, me recordó, la otra semana, cuánto llevábamos sin vernos.
Así que pasé a visitarlo por el consultorio. Me senté frente a él, escritorio por medio y canturree
- Voce abuso, tiro partido de mi, abuso….
Se echó hacia atrás y riendo me preguntó que quería decirle
- Estuve releyendo mi diario, el del tiempo en que me sedujiste.
- ¿Yo a vos? ¿O vos a mí?
- Voce abusó… - insistí
- ¿Lo tenés?
Lo busqué en la cartera, se lo extendí. Lo miró por arriba y lo guardó en un cajón del escritorio.
- Cuando lo termine de leer te lo devuelvo.
Pensar que si entonces, él hubiera sospechado la existencia de ese diario, yo habría muerto de vergüenza…
Después nos quedamos charlando de cosas imposibles: su nieto, mi hijo, un articulito que publicó Flavio.
Una charla sin aspavientos con ese hombre, que fue por lejos, el más deseable de mi primera juventud.
Así que pasé a visitarlo por el consultorio. Me senté frente a él, escritorio por medio y canturree
- Voce abuso, tiro partido de mi, abuso….
Se echó hacia atrás y riendo me preguntó que quería decirle
- Estuve releyendo mi diario, el del tiempo en que me sedujiste.
- ¿Yo a vos? ¿O vos a mí?
- Voce abusó… - insistí
- ¿Lo tenés?
Lo busqué en la cartera, se lo extendí. Lo miró por arriba y lo guardó en un cajón del escritorio.
- Cuando lo termine de leer te lo devuelvo.
Pensar que si entonces, él hubiera sospechado la existencia de ese diario, yo habría muerto de vergüenza…
Después nos quedamos charlando de cosas imposibles: su nieto, mi hijo, un articulito que publicó Flavio.
Una charla sin aspavientos con ese hombre, que fue por lejos, el más deseable de mi primera juventud.
Etiquetas: Cuento breve
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