Los que aman creen saberlo todo del otro, simplemente porque transitaron de a dos el tiempo de inventar el lenguaje propio a sus ritmos.
Después de un devenir pausado de estaciones y logros, comprenden que nada es aprensible, que nadie es predecible, aunque su piel pueda describirse de memoria.
Como Los amantes de Magritte, todos somos a la postre individualidades incognoscibles.
Etiquetas: Palabrerías
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